El Club de los “irremplazables”

El club de los “irremplazables” es un club cada vez más popular y netamente masculino. Se trata de un club de presidentes de varias nacionalidades, aunque por ahora dominan en números los africanos.

Para ser miembro del club se necesita dos requisitos: 1) algunos añitos en el poder y 2) en un momento dado, cambiar la Constitución para poder quedarse tiempo indefinido a la cabeza del país o, simplemente, quedarse al mando sin más explicaciones. Para lograr esto ayuda bastante: tener una mayoría de dos tercios en el Poder Legislativo y controlar las fuerzas de seguridad (Ejército y/o Policía). Favorece también un elevado nivel de corrupción en el Estado y acceso a recursos naturales de alto valor económico en el mercado mundial.

Aunque vienen de diferentes partes del mundo y hablan diferentes idiomas, los miembros de este club tienen varias cosas en común. Por ejemplo, un ego desproporcionado, una visión paternalista de sus votantes y adicción al poder.

Este último mes hubo bastante movimiento en el club de los “irremplazables”.  Un nuevo miembro es nada más y nada menos que el presidente de China, Xi Jinping. Para formar parte del club no tuvo que preguntar “al pueblo”, esa masa confusa y poco predecible que no siempre hace lo que uno quiere.

¡Que referendo ni que nada! En vez de eso, consiguió que la Asamblea Popular Nacional de China vote a favor de un cambio en la Constitución. Ahora él puede quedarse el tiempo que quiera al mando del país más poderoso de la tierra. Lo más probable es que sea hasta su muerte. Ese es el único obstáculo que hasta ahora ninguno de los “irremplazables” de la historia ha logrado vencer.

Este “selecto-no-tan-selecto” club está compuesto por hombres que creen que sin ellos se acaba el mundo. Que sin ellos todo se viene abajo. Que sin ellos estamos perdidos los tontos ciudadanos que no sabemos nada. Pero igual, nos siguen llamando a las urnas para mantener un poquitín de apariencia democrática. Aunque ya cada vez menos les interesa nuestro voto.

En algunos países simplemente desconocen los resultados si no les son favorables. En otros, como por ejemplo en Tailandia, posponen y posponen los comicios y así se quedan en el poder sin necesidad de permiso. Le quitan así a la población la única manera democrática que quedaba para expresar su opinión.

Porque según los miembros de este club, ideas como democracia, elecciones, separación de poderes, libertad de expresión y demás, fueron todas impuestas desde fuera. Son conceptos “colonialistas”, “imperialistas”, “neoliberales”. En fin, estorban. Y como el club crece y crece en membresía, y se vuelve cada vez más popular a nivel mundial, pues los socios se ven en mayoría y se creen en la razón.

Además, como en todo buen boys club, entre los integrantes son cuates. Se visitan entre ellos, intercambian ideas y mejores prácticas para seguir en el poder. Se alaban entre ellos. Se pasan oportunidades de negocios con los recursos naturales de sus países, sin ningún beneficio para la población, pero sí para sus propios bolsillos.

Por cierto, el jefe máximo del club es ruso. Se llama Vladimir Putin y hace sólo unas semanas dio una lección contundente de cómo mantenerse en el poder. Sin programa político ni mucha campaña ganó las elecciones con 77% de los votos. Este es un resultado suficientemente alto para ser irrefutable, pero tampoco tan obviamente manipulado.

Él mismo escogió a los candidatos de oposición y excluyó al único que realmente era competencia, Alexéi Navalni. Todo un experto, este Putin. Un verdadero “referente” en el ya casi legendario club de los “irremplazables”.

Gabriela Keseberg Dávalos es analista y asesora política.
@gkdavalos

Publicado en: Página Siete y Los Tiempos, Bolivia.

De mi columna: Mundo en transición

Recommended Articles