Dicen que cada crisis es también una oportunidad. Para un grupo de jóvenes europeos la catástrofe del Brexit fue el catalizador para crear lo que ahora es el primer partido pan-europeo: Volt. Registrado como partido en ya siete países europeos y con estructura de movimiento en 30 (también fuera de la Unión Europea), promete catapultar a gente completamente ajena a la política, pero con ganas de impulsar a Europa, a puestos de liderazgo. Quieren salvar el proyecto europeo reformándolo desde la base.

La meta de Volt, a corto plazo, es participar en las elecciones para el Parlamento Europeo en 2019. Quieren conseguir por lo menos 25 curules para poder formar una bancada parlamentaria. Escogieron el nombre Volt, como en voltaje, porque es fácil de pronunciar en todos los idiomas europeos y porque simboliza energía. ¿Quizás una nueva energía para Europa?

Después de una década de crisis financiera, populismo de derecha e izquierda y creciente nacionalismo, el surgimiento de un movimiento como éste es una bocanada de aire fresco.

Volt es en cierta forma un partido de la “generación Erasmus” para la “generación Erasmus”. Es la generación que, gracias a la beca Erasmus, tuvo la oportunidad de estudiar en diferentes países de Europa, de hacer amigos en todo el continente y de vivir en carne propia las ventajas de una Europa unida y con libertad de movimiento. Su “lingua franca” es el inglés, irónicamente el idioma natal del país que dentro de poco dejará la Unión. Es una generación que no sólo se siente nacional de un país, sino que tiene identidad y corazón europeo.

En Volt participan ciudadanos comunes, sin experiencia política. Trabajan como voluntarios, aportando con ideas y sus respectivas pericias. Usan todas la herramientas modernas de comunicación, como redes sociales y financiamiento colectivo (crowdfunding). Su programa de partido será votado online por los militantes.

Por ahora sus propuestas son algo vagas y tal vez por demás idealistas. Es un partido bastante “blanco” y de corte urbano. Se trata de gente formada en universidades y/o que trabaja para instituciones de la Unión Europea. Y precisamente por ser un partido europeo parece que se les dificulta armonizar el mensaje, dado que cada país tiene prioridades diferentes.

Al principio sus votantes seguramente serán parecidos a ellos y por ende no muchos. Por ahora tienen 5.000 miembros registrados. Muy lejos del número de miembros de partidos jóvenes, que comenzaron también como movimientos, como En Marche en Francia y Podemos en España. Pero eso, por lo visto, no los para. Lo que a Volt más parece importarle es poder ser una alternativa europeísta para los votantes moderados. Los partidos de toda la vida tendrán que ponerse las pilas para las elecciones europeas. Un poco de competencia siempre es positivo.

Volt no se dice ni de izquierda, ni de derecha, si no de soluciones basadas en investigación y experimentación. También esto suena algo ambiguo y hasta demagógico, pero quiero darles el beneficio de la duda. La Unión Europea ha recibido golpe tras golpe y perdido energía en los últimos años. Y ahora por fin está pasando algo nuevo, algo fresco, algo innovador.

Si Volt logra su propósito, sería la primera vez que un partido con presencia en varios países europeos, con la misma estructura y mismas metas, logre representación a nivel europeo. Actualmente, las bancadas en el Parlamento están conformadas por partidos que sólo tienen presencia en un país. Se unen por tener ideología/metas parecidas, a veces apenas. Volt necesitará pragmatismo y habilidad de hacer compromisos. Los partidos tradicionales y sobre todo los de extrema derecha de seguro no se lo harán fácil. Si Volt no consigue formar su propia bancada, tendrá que aliarse con alguna existente. Esto los forzaría automáticamente a decidirse por un lado del espectro ideológico y pondría en riesgo su discurso de ser un partido independiente y progresista. Si deciden trabajar sin bancada y en alianzas esporádicas, será difícil llevar adelante su programa y conseguir visibilidad.

El hecho de que Volt tenga tanta resonancia en todo el continente, indica que está llenando un vacío: el del centro. Y nos demuestra lo poderoso que puede ser un movimiento ciudadano que decide unirse, organizarse y usar la tecnología para unir en lugar de polarizar. Proponen volver a los valores de la fundación de la Unión Europea: libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho, derechos humanos y dignidad humana.

Sus ideas no son descabelladas. Al contrario. En verdad, es sentido común. Pero es el sentido que se hace extrañar cada vez más en Europa. Y ahora esta generación, tal vez la mejor preparada en la historia del continente, toma las riendas en sus propias manos. Ya era hora.

La autora es politóloga. Fue alta asesora política del vicepresidente del Parlamento Europeo. @gkdavalos

Publicado en: Página Siete y Los Tiempos, Bolivia.

De mi columna: Mundo en transición.

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