El verdadero ganador de las elecciones alemanas

El resultado cantado de las elecciones alemanas era que el partido cristiano demócrata de Angela Merkel, la CDU (siglas en alemán), iba a ganar y que ella será una vez más la canciller alemana.

Pero lo histórico de las elecciones del domingo no es que Merkel seguirá al poder. Es la entrada al parlamento del partido Alternativa para Alemania (AfD, en sus siglas en alemán). Irrumpe con fuerza, siendo el partido con la tercera mayor votación, un 13%. Se  posiciona delante de partidos con larga trayectoria, como los Verdes, Izquierda y Liberales.

Lo notable es que no sólo es un partido nuevo, fundado apenas en 2013, sino que aboga por una política abiertamente nacionalista, xenófoba y machista. A pesar de sonadas peleas internas, populismos a todo volumen y escándalos por doquier, lograron quitar más de un millón de votos a la CDU.

Sondeos en boca de urna muestran que la mayoría que votó por ellos no lo hizo por convicción ideológica, sino por decepción de los partidos tradicionales.

Esto, en cierta forma, es buena noticia, ya que indica que aún hay esperanza de ganar esos votantes de vuelta. Sin embargo, sería errado tratar de convencerlos con la misma fórmula que utilizó la AfD: infundiendo miedo e ira.

Los votantes mencionan como razón principal de su desencanto la decisión en 2015 de aceptar en Alemania a miles de refugiados, en su mayoría sirios, como gesto humanitario. El miedo al “otro” y a los “musulmanes” fue explotado hábilmente por la AfD durante su campaña electoral. Pancartas con eslóganes como “¿Burkas? Preferimos bikinis” o “¿Nuevos alemanes? Los hacemos nosotros”, mostrando a una mujer embarazada y aludiendo claramente a la política aria del Tercer Reich, colgaban en todo el país. Días antes de las elecciones, una figura importante del partido llegó incluso a decir que Alemania “tiene el derecho de estar orgullosa del desempeño de los soldados alemanes durante las dos guerras mundiales”. Comentarios de este tipo banalizan peligrosamente las atrocidades cometidas por el nazismo.

En varios parlamentos regionales la AfD ya tiene presencia y ha demostrado su poder para dividir.

El elector pudo ver esto claramente durante la primera sesión de prensa la noche de las elecciones. En la tradicional “ronda de elefantes”, con las cabezas de los mayores partidos, el tema dominante de la discusión fue precisamente la AfD. Lo peligroso es que esto le juega a favor. Al igual que Trump: mientras más atención mediática reciben, más crecen.

Se sospecha, además, que también este partido, así como Front National en Francia y Fidesz en Hungría, recibe financiamiento indirecto desde Rusia. Y que las redes sociales fueron dominadas por “social bots” (robots en redes sociales) rusos que amplificaron los mensajes de la AfD de manera astronómica. Dada esta conexión, es razonable pensar que la AfD intente revertir las sanciones contra Rusia, por ejemplo.

Es la primera vez en la historia moderna del país que un partido de extrema derecha entra al parlamento y, encima, con resultado tan importante. Con más de 90 escaños consigue un foro a nivel nacional para su ideas y políticas. Eso es si las tuviera. Al igual que otros partidos de ultraderecha en Europa, jamás proponen políticas o cooperación. Su método es criticar, causar escándalos y desprestigiar, siempre de manera altamente mediática.

Sin duda, este es un test para la Alemania post-guerra, tanto para sus políticos como para su sociedad civil. Partidos debilitados, como los social demócratas (SPD), necesitan reconectar con la que fue tradicionalmente su base electoral. La decisión de pasar del gobierno a la oposición es la correcta. Lo es para el partido y para la democracia alemana. De no hacerlo, la AfD sería líder de la oposición.

Puede ser que al final “el pez caiga por su propia boca” y este partido termine apagado. Pero tiene alto instinto político. Y puede que gane aún más fuerza y popularidad.

Queda confiar en que la población alemana aprendió del pasado. Que las nuevas generaciones harán frente a este partido, a sus políticas y a ideas que amenacen al Estado de derecho alemán y a la unidad europea.

Gabriela Keseberg Dávalos es politóloga y fue alta asesora política del vicepresidente del Parlamento Europeo. @gkdavalos.

Publicado en: Página Siete, Los Tiempos, Correo del Sur y Nos24 (Bolivia)

De mi columna: Mundo en transición.

Mención del artículo en el programa de televisión Piedra, Papel y Tinta con los embajadores del Reino Unido, Alemania, Unión Europea y Francia (min 11:40)

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