Hace poco falleció un gran político europeo, el ex-canciller alemán Helmut Kohl. Con él se va uno de los fundadores de la Unión Europea y el principal artífice de la reunificación alemana. Fue un hombre que vivió la segunda guerra mundial y sus consecuencias en carne propia. Estaba convencido de que por ninguna razón debía repetirse la experiencia y que Europa sólo podía progresar unida. Fue tan grande su peso político en Europa que este primero de julio la Unión Europea le rendirá homenaje con un solemne acto, el primero de este tipo, en el Parlamento Europeo en Estrasburgo-Francia.

Los de mi generación durante mucho tiempo no conocimos a otro canciller alemán que no fuera Helmut Kohl. Estuvo al mando de Alemania durante 16 años, dejando una huella política profunda. Sólo la actual canciller y antigua protegida de Kohl, Angela Merkel, podrá darle alcance si su partido gana las elecciones en septiembre próximo.
Helmut Kohl tuvo el instinto político para reconocer el momento y la oportunidad que se dieron para reunificar las dos Alemanias. Logró que sucediera sin ningún derrame de sangre.  Además, al igual que sus predecesores, mantuvo a Alemania firmemente anclada en Europa y en Occidente.

En retrospectiva, la reunificación no fue tan fácil como tal vez se creía en un principio. Durante muchos años Alemania sufrió tanto social como económicamente de la unión abrupta de dos territorios distintos en mentalidad y moneda. Todavía hoy quedan heridas del pasado y prejuicios entre los habitantes de este y oeste. Pero aún así valió la pena. Dejar pasar una oportunidad histórica tal, hubiera sido de locos.

Es poco conocido que no fue la primera ocasión para unir a Alemania. La primera fue en 1952, años antes de la construcción del muro de Berlín. El entonces líder de la Unión Soviética, Josef Stalin, ofreció a los aliados unir los territorios.  A cambio pedía, entre otros, la promesa de neutralidad y de desmilitarización de Alemania. Esa propuesta es conocida como “la nota de Stalin”. Fue rechazada por los aliados occidentales. Pasaron las décadas y pocos creían que la reunificación sería  aún posible.  Por eso mismo fue crucial actuar rápidamente cuando se dio una segunda oportunidad, esta vez bajo circunstancias muy diferentes y más favorables.

La participación del canciller Kohl fue también instrumental en la creación de los fundamentos de la Unión Europea (antes Comunidades Europeas) con el tratado de Maastricht en 1992. Asimismo, fue impulsor del Euro como moneda única comunitaria.  Y ayudó a abrir el camino para que se integre a los países de la ex Europa del Este, tanto a la Unión Europea, como a la OTAN. Así, en el año 2004, en un momento histórico y sin precedentes, se adhirieron a la Unión Europea diez nuevos países. Se trataba, en su mayoría, de países que habían sufrido bajo el nazismo alemán y luego bajo el yugo de la Unión Soviética. Hoy son pujantes economías europeas, con sociedades jóvenes e innovadoras. A la vez, Kohl siempre se empeñó en mantener una buena relación con la vecina Francia y el diálogo abierto con Rusia.

Es indudable que con la muerte de Helmut Kohl concluye una era política trascendental para Europa. Mantener su legado de paz y unión es ahora tarea de la nueva generación de políticos.

Publicado en: Página Siete, Bolivia

De mi columna: Mundo en transición

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